Un asesor fiscal ya no puede ser un mero liquidador de impuestos. Ha de ser un profesional capaz de ofrecer un servicio integral de planificación tributaria a personas físicas y jurídicas, tanto en contextos nacionales como internacionales.
Para ser capaz de ofrecer esta clase de asesoría es imprescindible que su formación combine un análisis técnico de las principales figuras impositivas y los procedimientos para su aplicación, con una práctica real para conocer de primera mano los asuntos con los que se ha de enfrentar.
Quien quiera iniciarse en esta profesión siguiendo los más altos estándares o actualizar sus conocimientos y habilidades para estar a la altura de lo que hoy exige su profesión, debe formarse para cumplir estos criterios.